jueves, 20 de diciembre de 2012

LA CASA


(un microcuento)

Retrocedía de espaldas mientras enmarcaba la fachada con precisión maniática. Contemplándola a través del visor, la angustia fue sustituyendo a la rabia que me había empujado a escapar de los portazos y el trepidar de las paredes. Me negaba a comprender por qué se había comportado como presa de una borrachera, provocando que mis sentimientos se quebraran hasta el límite de lo irreversible, y entonces estuve por volver, aunque significara renegar de mi decencia, suponiendo (con previsibles consecuencias) la sumisión incondicional; mendigar, ser admitido como esclavo, prometerle lo... lo que acabaría por no dejarme sin siquiera las migajas, como alguna vez ya estuvo por pasar. Una ola de rabia residual tentó un embate y me obligó a apretar los dientes mientras presionaba involuntariamente el obturador, inmortalizando, como se dice, la fachada. Y en ese momento pude ver lo que pasaba: ¡se estaba deshaciendo, allí, atrás..., desde atrás, desde el fondo...! ¡Estaba desapareciendo en la medida en que se desmoronaba!

Por fin lo comprendí... ¡Ay; cómo pude ser tan ciego e infantil...! ¡Había hecho trampas para que la abandonara y la sobreviviera...! ¡Fraguando esa espantosa pantomima! Sí, ella sabía que no la dejaría por las buenas, que habría preferido perecer a su lado, abrazado entre sus paredes, acurrucado bajo sus escombros... Quise odiarla de nuevo... pero no lo conseguí... Y mientras se desvanecía, sola, vieja, abandonada, pieza a pieza... los techos... la fachada... el jardín... y por fin la verja..., yo permanecí paralizado enfrente, preservado de la ruina sin haberlo deseado. La cámara me temblaba entre las manos con la foto dentro, no revelada, frágil y efímera, negándose, como yo, como todo en su debilidad, a admitirlo.

Carlos Suchowolski -Argentina-
Publicado en la revista Ficciones Argentinas

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