He sentido el profundo silencio del silencio,
y ahogadas las palabras vacías del dolor.
Repitiendo senderos oscuros y espinosos
me despierto de todo letargo y estupor.
Y me alejo despacio, como quien aún divisa
la patética estampa que ha quedado de ti.
Ni siquiera el recuerdo, ni siquiera el orgullo
te dan alternativas de sobrevivir.
Y el regreso imprevisto de tu imagen golpeada
con estilo distinto al que usabas ayer,
mantiene la esperanza que puedas, algún día,
ser agua cristalina que calme alguna sed.
Pero siempre el pasado golpea la ventana
para que asome, al menos, mi sentido común.
Y entonces, nuevamente me encuentro devastada,
nada ha cambiado, nada … simplemente eres tú.
María Elena Hayquel de su libro “Sin pudor”
Publicado en la revista deliteraturayalgomas
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