sábado, 22 de diciembre de 2012

ÉL, QUE ALIMENTABA A LOS COLIBRÍES


Él, que gastaba tanta energía en sostenerse en, ese aire casi vuelo, besando unas flores. Fabricando mamaderas de sueños para darles,  derramando efímeras bellezas. Él, que tenía esa ética como una caricia o una mano o un pensamiento  para los asediados por los poderosos. Él, que nos llevó por las calles de Praga a ver el teatro negro.

A veces él no podía con las sombras.

Él, que tenía su lado oscuro

ahuyentado por pinturas naives, colores  y buscaba en los libros una clave.


Él, que amaba desplegar cuentos y canciones para sus hijas, que estuvo pujando en los partos, no pudo más.

Demasiada energía gastaba  en sostenerse en el beso.

Algunas flores se fueron por un tiempo y  renacieron.

Decían que la historia y los sueños se habían terminado y renacieron.


Tendremos que imaginar su  abrazo.

Ahora con la ausencia de ese arroparse cercano,  sin su  piel amiga bordada de pelitos, tenemos que encontrarlo en el cuadro de rondas de aldeanas que danzan entre verdes, en las ideas y los libros.

Demasiada energía.


Cristina Villanueva
Publicado en la revista Inventiva Social

No hay comentarios:

Publicar un comentario