sábado, 22 de diciembre de 2012

EL IDEAL ESTÉTICO: CON LOS OJOS LLENOS Y LAS MANOS VACÍAS


En la actualidad, es común escuchar o leer la palabra Estética, ella forma parte de las pláticas cotidianas y los diálogos televisivos, decora los textos de múltiples revistas y anuncios. Sin embargo, el significado y la conceptualización de la Estética han cambiado considerablemente en los últimos años. Según el concepto tradicional la Estética es la ciencia filosófica que se encarga del estudio de la belleza y el arte como expresión de lo bello. En el mundo greco-latino la Estética se consideraba un sinónimo de simetría y perfección basado en el vínculo entre lo bello, lo útil y el bien. El arte como expresión de la belleza debía tener un valor educativo y moral, el artista como creador tenía el compromiso de trasmitir esos valores éticos-estéticos hacia la sociedad con el fin de crear una cultura basada en la armonía entre el bien y lo bello.
En estos tiempos la belleza constituye una debilidad del ser humano, una dictadura de nuestros sentimientos y percepciones. El ideal estético como proceso espontáneo de percepción y construcción individual pasó a ser un mecanismo bien elaborado de oferta y demanda. Se trata de una estructura bien diseñada para generar no sólo el consumo sino la necesidad de consumir. El imaginario individual se transformo en una imagen mundial, donde la cultura impone  modelos esquemáticos y  paradigmas que tienden a igualar la percepción artística. La Estética es tomada como un elemento contradictorio dentro de este mecanismo para atacar el ideal estético, el valor y la libertad creadora del individuo, pues impone cánones de belleza, patrones de gusto y conductas ajenas sin respetar las sensaciones, percepciones, el pensamiento, la imaginación de cada persona. Sin tomar en cuenta el patrimonio tangible e intangible de cada pueblo y las identidades culturales de los mismos.
¿Como se trasmite este nuevo concepto de belleza?
Si en el mundo greco-latino los artistas como creadores y los filósofos como sabios tenían la obligación de trasmitir los valores éticos-estéticos a la sociedad. Hoy, son las grandes compañías quienes se encargan de difundir la belleza hacia la llamada “cultura de masa”. Claro, se trata de una simbiosis entre lo económico y lo cultural que divulga a la belleza como producto, servicio, hábito, ideal de perfección, elemento positivo y poderoso para alcanzar nuestras metas. Ser bello es lo único que parece salvarnos del apocalipsis según el nuevo concepto de Estética que se expone mediante shows televisivos, novelas rosa, comedias románticas y filmes de baja factura.
Los medios de comunicación con su amplio alcance se han transformado en un excelente mercado cultural. Sirven como infraestructura para el proceso de estetización de la vida, proceso que pretende convertir la vida cotidiana en arte, una muy buena estrategia de marketing partiendo de que el espacio del consumo esta precisamente dentro del escenario cotidiano.

MAYDOLL MORALES PÉREZ


¿La necesidad o el reflejo de la necesidad?
El consumo es una poderosa herramienta que excluye, fragmenta y manipula nuestra capacidad de selección a través de un flujo de signos, imágenes y textos que invaden nuestra vida cotidiana. Invaden nuestra vida privada, el arte, la política, todas las esferas de la sociedad se ven influidas de un modo pragmático o subjetivo por el consumo. Las personas se enajenan en medio de esta corriente estética que pretende transformar la vida en una obra de arte tomando a la belleza como una burda herramienta de manipulación. Sin embargo, no reflexionan en el hecho de que esta vorágine de superficialidad esta, cada vez más, cambiando sus costumbres, sus tradiciones, su pensamiento y su esencia. El mercado no toma en cuenta los problemas sociales, no busca un intercambio cultural, sólo se apoya en esto como elemento que les permite crear un vínculo entre el cliente y el producto, es un espejismo que busca la identificación del sujeto con el objeto representado. Crea de este modo un puente de persuasión para implantar nuevos estilos y calidad de vida, conceptos de bienestar social y relaciones sociales falsas puesto que están fundamentadas en el interés que proviene del consumo mismo.
No necesitamos que nos digan como vivir, que ropa usar, que música escuchar, a que partido votar y mucho menos que traten de imponernos una Estética basada en la superficialidad. No necesitamos modas, marcas, competencias absurdas que rompen nuestras tradiciones y trauman nuestra identidad cultural. No existe tal necesidad sino un reflejo de ella, pues nos hacen creer que lo necesitamos todo cuando sinceramente necesitamos muy poco para vivir. Las herramientas están en nuestras manos, sin clientes enajenados no existe tal necesidad de consumir y sin consumo desmedido no hay un mercado feroz. Estamos en un mundo donde el marketing, la publicidad y el sensacionalismo llenan los ojos y dejan las manos vacías.
Necesitamos construir nuestros propios conceptos, valores, hábitos y estilos de vida, preservar nuestras tradiciones, nuestras manifestaciones culturales, plantear un conocimiento legítimo que respete nuestras diversidades culturales y estilos sociales, divulgar una Estética basada en el saber ético que muestre quienes somos en realidad.
Necesitamos desarrollar la autonomía que nos fue dada de forma natural, el poder para decidir y seleccionar lo que realmente necesitamos, para transformar nuestras realidades y preservar muestra identidad como seres humanos. El ideal Estético es un proceso espontáneo e individual que se forja a partir de nuestra propia experiencia, nuestros deseos e imaginación. La apreciación es individual por tanto,  nosotros valoramos y decidimos lo que es útil, bello y bueno.

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