Es la ocasión para encender el fuego,
para tensar el arco sin premura,
para justificarse la amargura
y maldecir las reglas de este juego.
Es la razón para escupir y, luego,
cerrar la mano, miserable y dura,
para calzar de nuevo la armadura
y llenar de cuchillos el talego.
Es el último instante que nos queda
para mostrar el alma diminuta,
las uñas sucias y la polvareda.
Es el momento de torcer la ruta
y darle la razón a la moneda
que nos compra los besos de una puta.
José Luis Mejía. Perú
Publicado en la revista Oriflama 18
No hay comentarios:
Publicar un comentario