Peruanos con sentido del humor
escribían consentidamente
en 1937 y en otras fechas igual de innecesarias,
poemas sufridos,
poemas amados
poemas de brazos y sudor,
poemas con tinta humana
con renglones
y apellidos rogados.
Yo en casi mi 2004,
vivo en un diciembre de hielo y asombrado alcohol,
apartando de mi otro yo
todo a lo que llamo e imagino
Perú.
Ni Perú ni poemas
ni 1937 ni 2004
ni diciembre de témpanos como azadones.
Y entonces,
escucho en la radio:
y mi yo,
solo mi yo
y mi Ballantines.
En un bar cualquiera
es de noche siempre.
Y cualquier noche
es buena,
la buena,
pero no es Perú
ni la risa socorre.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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