jueves, 27 de diciembre de 2012

ALBERTO INFANTE: "LOS POEMAS DE MASSACHUSSETS"


 Todo poeta, aún siendo muchas más cosas, con lo que más quiere que se le identifique es con la Poesía y Alberto no podía ser menos.
Hemos escuchado que es Médico, que hasta enseña la Medicina y eso ¿verdad? podría bastarnos; escribe relatos, viajes, novela, y eso, podría bastarnos; pero no, el poeta es poeta hasta la médula y no se siente satisfecho hasta que su Poesía no sale de su alocado y humeante cerebro, pasa por su mano hasta la pluma, se deposita en el papel y más tarde, se comunica con el lector. Pero él ya ha explotado, ha sacado fuera sus fantasmas que tanto le pesaban, porque la Poesía pesa, duele como es en el caso de Alberto Infante y su último libro presentado recientemente “Los Poemas de Massachussets”, donde arranca con una “Oración a modo de conjuro para limpiarle al lector los malos humos y el polvo del camino”, son sus propias palabras.
Por lo que llevo leído de él en libros anteriores y éste último, Alberto es un hombre vitalista que se debate siempre en preguntas esenciales, echando mano si cabe a otros por aquello de reconciliarse con. Así, dice de Pessoa que se preguntaba a menudo: “este día qué sentido tiene”? Y no respondía pero sabía, claro que sabía, como Alberto también sabe pero calla, prefiere andar indagando, preguntando a los demás en un coloquialismo casi festivo, es decir, para darse el festín de la Poesía, de lo sugerente, de lo ambiguo como en: “Asesinar la pasión” del libro que nos ocupa o “No hay Godot en Beckett” donde nos asegura que “Godot nunca vendrá/. Cómo va a venir si ya sabe lo que le espera”. Y es que ese “saber” se nos antoja ya sabido por el mismo poeta que pregunta, que indaga, duda, le crece la duda, el desconcierto pero a la vez está pleno de certeza y de coraje. Se nos antoja ese “no saber sabiendo” de San Juan de la Cruz, porque ante todo y antes de que dijera Vicente Aleixandre que el poeta es “comunicación” para mí, sería primero don, “conocimiento” profecia y otras muchas cosas aunque el poeta mismo no se de cuenta de esta circunstancia y después, vendría lo demás.
Se pregunta Alberto Infante pero a la vez asevera que es “real”, todo es real, nada ilusorio, lo que nos hace pensar en Cernuda y su “Realidad o Deseo” o, “La vida es sueño de Calderón”; la realidad es ésta que vivimos o aquélla en la que vivimos soñando; dormidos o despiertos, da igual, deambulamos por el mundo, creyendo, no creyendo, dudando, asegurando según el ritmo de nuestro propio corazón. Si algo he sacado en conclusión de la Poesía de Alberto Infante es su sinceridad en el decir, porque dice, no dice, se desdice,
pero es él, pura contradicción si cabe, pero él siempre, dudoso o seguro pero siempre él, él es su propio “Retrato en sepia” de sus “poemas de Massachussets” que será algún día para los que le precederán. Y por eso, alucinado en sí, como quien “no siente, no cree y no delira. Ese tipo de cosas…” Infante utiliza un lenguaje sencillo, coloquial muchas veces pero a la vez su forma de decir hace que el lector se sienta bizco del oído izquierdo, porque todo poeta incluyendo al místico, está a un paso de la demencia, según
declara Jung en: “Dos ensayos sobre la psicología analítica”.
No he olvidado sus fabulosos relatos de viajes, sus talleres donde enseña a relatar con mucha disciplina, su novela, es sólo que, repito, lo que le interesa al escritor que escribe Poesía además de…es eso, la Poesía. Porque su Poesía es él mismo, desnudo, a plena luz del día, de la noche, alucinado o no. A mí también me ocurre.

Isabel Díez Serrano. España.
Publicado en la revista Oriflama 18

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