He aquí que vuelvo a la tranquila plaza:
en tu balcón oscila solitaria
la bandera de fiesta ya pasada.-
Regresa -digo. Mas sólo a la edad
que anhela sortilegios burló el eco
de las cuevas de piedra abandonadas.
¡Cuánto ha que no responde lo invisible
si llamo como antaño en el silencio!
Tú ya no estás aquí ni tu saludo
llega a mí, peregrino. Nunca dos
veces el gozo se revela. Extrema
luz sobre el pino que recuerda el mar.
Vana también la imagen de las aguas.
Nuestra tierra está lejos, en el sur,
de luto y lágrimas caliente. allí,
hablan, con negros chales
mujeres de la muerte a media voz,
en la puerta de la casa.
SALVATORE QUASIMODO (1901 - 1968) Italia
Publicado en la revista La Urraka 31
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