Mi cuerpo,
lo acaricio lentamente
cierro los ojos como en un juego
que recorre el tiempo
de cenizas blanquecinas.
Busco el camino que dejaste,
intento encontrar
las caricias y los besos sin destino.
¿Encontrarte?
Sólo hallo las heridas sangrantes,
montañas nevadas
que se camuflan con la ventisca,
arboles sin cortezas,
pájaros que no alzan el vuelo
y caminos de corto recorrido.
Esta tarde he visto como se esfuma
la espuma de tus manos
y morir sobre mi cuerpo
cada uno de los sentidos.
Unas lágrimas lloraban el adiós
sentadas en el abismo de la soledad.
María Sánchez -Cádiz-
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