Vinieron de un sistema solar ubicado a mas de quince mil años-luz. Todas hembras. Criaturas esclavas en su mundo, concebidas para el placer, que se rebelaron y obtuvieron su libertad, al precio del exilio. Desde entonces, no precisaron cuánto, vagaron por la galaxia hasta llegar aquí.
Y aquí, lo cambiaron todo.
Acabaron con la disputa acerca de la vida extraterrestre. Con la duda de poder viajar a velocidad superior a la de la luz, regenerar órganos, rejuvenecer cuerpos, vivir más de setecientos años.
Y acabaron con millones de matrimonios por todo el mundo.
Necesitan agradar, explicaron los científicos, es su deseo básico. Así que adoptan la imagen de la mujer mas amada por un hombre, y se quedan a su lado, satisfaciendo cada uno de sus deseos.
Contra eso, añadieron, no valen protestas, suspicacias o precauciones.
Quinta columna, clamaron los escépticos cuando se supo que solo se juntaban con policías. No con
científicos, políticos, maestros, constructores, médicos, artistas…, ni siquiera soldados. Quinta columna, siguen repitiendo, porque a estas alturas, cada policía que ha tenido contacto con una, ha terminado uniéndose a ella.
Pero a mí, y a todos los demás, nos basta con despertar cada mañana abrazados a la mujer de nuestros
sueños, y hacerle el amor cada noche y a cada antojo. Para mí, y para todos, es solo justicia divina. Y es que algún día, en algún siglo, teníamos que ser los preferidos de alguien. Así que no nos importa lo que digan.
Yunieski Betancourt Dipotet (Cuba)
Publicado en la revista digital Minatura 121
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