martes, 16 de octubre de 2012

MI DERROTERO


Anduve, navegué, galopé el viento,
tenaz exploración, nunca completa,
peregrinaje amargo, cuya meta
se mantuvo en perpetuo movimiento.

Me hechizaba, ya en calma o turbulento,
el horizonte al fin de la meseta
que invadiera en mis sueños el poeta,
fallando el hombre cuerdo en el intento.

Aventura imposible del cruzado
frente a aspas de molino, golpeado
por escuchar la voz del heroísmo.

Mas descubrí que la que yo seguía
era una ruta que de mí fluía,
y a la vez conducía hacia mí mismo.

FRRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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