Las hojas caen... Las hojas caen...
El viento gime lento y sordo...
¿Quién alegrará mi corazón?
¿Quién lo calmará, amigo mío?
Con párpados pesados
miro y miro la luna.
De nuevo cantan los gallos
en la quietud sombría.
El amanecer. Lo azul. Lo matinal.
Y de las estrellas fugaces la felicidad.
¿Formularme un deseo cualquiera?
Pero, no sé qué desear.
Qué desear bajo la carga de la vida
maldiciendo mi destino y mi hogar.
Quisiera ver ahora una buena muchacha
bajo la ventana.
Muchacha de ojos azules
—sólo para mí; para nadie más—
que calme mi corazón
con palabras y sentimientos nuevos.
Que bajo esta blancura de luna,
aceptando mi suerte dichosa,
no sufra yo con la canción ajena,
y al ver en otros juventud alegre,
no me lamente de la mía jamás.
Serguei Esenin (1895 - 1925) Rusia
Publicado en la revista La Urraka 30
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