jueves, 25 de octubre de 2012

LA NAVE DEL CAPITÁN


 A:   J. Antonio

Pocos entienden, su yo infinito,
dichoso aquél, tendido en la arena
de la playa que sabe suya,
dichoso sí, por ver ese dios inmerso, 
profundamente inmerso,
en lo más hondo de la sin razón,
o la razón, de la  vida.
La nave viaja sola, 
¿quién osa tripularla?
Se nace, como la ola, 
suave, codiciosa,
llena de burbujas de aire,
que arropan su trono y... muere
lenta o bruscamente.
El mar en que crecemos
lo posee todo… tres partes de la tierra,
y bajo él, y… hasta el color del cielo.
Una nave… debe parecerle;
un grano de arena
que viaja hacia lo incierto.
¡Ah, no! 
Antes de surcar los mares
buscando nuevos mundos
donde las sirenas  canten melodías  
que la hagan zozobrar,
debe otear, cercanos horizontes,
factibles, no inhumanos
como un testamento…de su eternidad,
limpiar su carenado de lapas e impurezas
en varadero, anclada o amarrada a puerto,
en lenta espera de su capitán.
Ese, que triste llora blanca vela, 
que sabe de su rumbo...
pero no... si llegará.
El miedo... no siente miedo,
quizá,  respeto, incertidumbre
como todo hombre de mar.
¿ Cobarde? 
¿acaso el valiente, sabía de la furia 
antes de la tormenta?¿o lucha por vencerla y conseguir su afán?
 
Mayte Andrade – Benicarló de mi libro inédito Líber Poético

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