Inútil es la tristeza,
cuando no hay brotes nuevos,
como arco de años a cuestas
que abraza con fuerza el deseo...
penetra en el pensamiento
sembrando gritos de nube
que se enredan y desarman
es la hora del silencio.
Esta soledad sedienta
del néctar que ya no bebes,
camina sus propios pasos
en busca de otra alborada,
por ausencias y recuerdos
donde entretejer suspiros
como piedras obstinadas.
Qué furia enciende de invierno
tu pisada acompasada,
que converge alma y cuerpo
aferrados a nostalgia.
Una brújula en el tiempo
gobernadora de espacios
llega arañando el silencio
como etéreas mariposas,
donde dibujar los ritmos
de un corazón imprevisto
esperando le investiguen
añoranzas y esperanza.
Nunca reclamaste un reino
ni un refugio de falacias,
la paciencia tiene rostro
y bandera por palabra,
...es, un racimo la lluvia
amarrado a tantos pasos
un trago la propia vida
que la mar hizo milagro.
Tal vez...todo sea en vano,
tal vez...no puedas cambiar nada;
toquen pues las campanas llenando huecos
por las horas del vacío silencioso de tu alma.
Mayte Andrade – Benicarló de mi libro Inédito Líber Poético
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