miércoles, 10 de octubre de 2012

ARDE ESTRELLA MÍA...


Arde, estrella mía, no caigas.
Derrama tus rayos fríos.
Tras la muralla del cementerio
ya no late ningún corazón.

Luces con el agosto y el centeno
y llenas la quietud de los campos
con el temblor sollozante
de las grullas que aún no partieron.

Me alcanza viniendo de lejos,
quizás del bosque o del cerro,
otra vez aquella canción
de mi país, y de mi casa natal.

Y el otoño dorado
reduciendo la savia de los abedules
llora sus hojas sobre la arena
por todos los seres que amé.

Lo sé. Lo sé. Dentro de poco,
ni por mi culpa ni por la ajena
tendré que tenderme también
detrás de la negra muralla.

Se apagará la llama cariñosa
y se convertirá en polvo el corazón.
Los amigos pondrán una piedra gris
con una alegre inscripción.

Mas yo, pensando en la triste muerte
así la compondría para mí:
“Amó a su patria y a su suelo
como un borracho a su taberna”.

Serguei Esenin (1895 - 1925) Rusia
Publicado en la revista La Urraka 30

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