jueves, 24 de mayo de 2012

RESONANCIAS

He dejado en tu piel surcos de sangre,
no de la tuya, de la mía propia;
y he plantado semillas de futuros
a los que toda mi ansiedad se agolpa.
Se me enredan placeres en la carne
que no quiero aceptar si no te nombran.
Oigo tu voz como tronar de bronce
desde los campanarios de la aurora,
reteniendo en angustia mi partida,
y es cascabel al renacer las sombras.
Toda mi noche es tuya, sexo y alma,
rodando entrelazados en la alcoba.
Pero el día es ensueño, y añoranza,
y es reloj con tictac de largas horas.
Estás en mi teclado, que mis dedos
presionan, y sugieren, y galopan,
y la pantalla me traduce frases
íntimas, sorprendentes, que se asoman
con un rubor impropio de los textos
en que debiera transcribir mis notas.
Conocen ya tu nombre en mi oficina,
tantas veces mis labios se equivocan,
que despiertan benévolas sonrisas,
y miradas furtivas. Oh, qué antorcha
enarbolo por ti en tales ausencias,
cómo a través de mí fluye tu aroma.
Quise ocultarte en manto de secreto,
mas todo en mí tu realidad pregona.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-

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