lunes, 7 de mayo de 2012

PROYECCIONES

Yo pensé que me amaba; lo indicaban
sus palabras de sedas y disparos,
su mirada insondable,
la exquisita destreza de sus manos,
fluyendo amor del fondo del espíritu,
y en la sima del sexo descargando.
Yo pensé que la amaba; ni el recelo
ceñía en torno a mí su amargo abrazo,
ni el ensueño admitía incertidumbres,
primavera de cielo azul, diáfano.
Y ahora sé, más que nunca,
que no era hipótesis con pies de barro,
no era sólo creencia o conjetura,
era sólida fe esculpida en mármol.
Dos convicciones, dogmas, evidencias,
hasta rasgar la noche hostil relámpago.
La certeza en mí mismo
no se resquebrajó, fue como antaño.
Los golpes no amortajan los amores,
los resquebrajan cuando son precarios.
Pero su amor… , que yo juzgué tan firme,
a prueba de seísmos y naufragios,
era un espejo de mi propia mente,
un reflejo no más de mi arrebato.
En ella proyecté mis abundancias,
lleno el suyo, si lleno era mi cántaro,
efervescente, si exaltado el mío,
penetrante, si el mío apasionado.
Mas sólo conocía mis acordes,
mientras era su ritmo imaginario.
Lo que fue mi castillo aún está erguido,
y el que le atribuí, desvencijado.
Soy el amor que galopó la estepa,
y aunque hoy camina, avanza paso a paso.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-

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