Que paciente caminas
por la capital pacense
buscando la frontera
buscando el océano
para dejar de ser río
para realizar el sueño
que tuviste muchos kilómetros
atrás cuando de las piedras
escapaste a borbotones.
Que paciente rompes
sobre la proa del barco
que cruza de España
a Portugal mientras tú
dejas que el viento rice
tus aguas alterando tu quietud.
Detrás queda una blanca
estela que un banco de peces
sigue esperando su diaria ración.
Yo desde estribor intentaba
ver tu fondo pero la oscuridad
de tus aguas debido a las oscuras
nubes que cubrían el cielo
me lo impedía y saber
que ocultabas sin descubrir quedó.
Te sentí en la cara y en las manos.
Me hablaste y te hablé.
Me miraste y te miré.
Pero al final desembarqué
y abandoné tu líquido camino.
JOSÉ LUIS RUBIO
jueves, 3 de mayo de 2012
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