viernes, 6 de abril de 2012

TATUAJES

El esperma tatuado colorea la parte más irreconocible de mi aliento.

Tengo grabada mi vida,
mi muerte,
en mil centímetros de mi piel,
a mil centímetros de mi piel.

En los tatuajes invisibles a la mirada de los no iniciados,
mi pelo se agota y se vuelve blando
como si un espejo escupiera ojos borrosos.

Será mi destino marcado como una película de grasa en el cuerpo de un vencido,
el que me recuerde en los brazos,
los hombros,
la lengua,
el cielo de la boca o a cinco centímetros de la pelvis,
que yo soy yo.

Y es que mi cuerpo escribe,
con gritos de tinta,
que tal vez soy nada y todo.

Pero qué importa,
qué os importa,
qué más da,
si solo sois esclavos de vuestros complejos.

Y recorro el mapa de mi cuerpo,
con mis dedos que son besos,
milímetro a milímetro,
y esculpo nombre de las personas que he amado.

Y es que la vida es un susurro al viento con garras como alaridos que aúlla en silencio: dejadme lo que es mío.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ-Mérida-

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