Fue por tal y para cual
en honor y entendimiento
la dulce espera del héroe
sobre las bridas del tiempo;
cuando supo que era grande
y locuaz como el silencio
el alma de aquel templario
valiente y noble guerrero.
Se enamoró de una imagen
que por trovas y troveras
cantaban al mío cid
los juglares y escuderos.
Y fue de enojos mundanos
que no osó verle primero;
por ser moza tan hermosa
la guardaron con encierros.
Mas Jimena y Rodrigo
se amaron en el encuentro
de un amor brindado en tierra
bendecido por el cielo.
Y cuando Él por cruel batalla
jugaba la vida en duelos,
Ella rezaba despierta
temiendo turbar los sueños.
Pero un día no volvió
el corazón de su dueño;
cuando su figura inmortal
plasmó en eternos tiempos.
Jimena vistió de lutos...
con lutos de soles negros;
dando honras a su amado
el Cid Campeador
de un pueblo.
NÉLIDA ADRIANA FRANCO -Argentina-
Anteojeras
Hace 13 horas
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