Sus amigos le habían organizado una cita a ciegas. Él, esa tarde, temeroso de ser objeto de decepción, se afeitó al ras, algo avergonzado se depiló por primera vez, se perfumó y domó con bastante gel sus rebeldes cabellos. Se había convertido, así, en un auténtico metrosexual.
Al encontrarse en la discoteca, no controló sus instintos, y en lugar de saludarla con un beso, le arrancó con un mordisco parte de la mejilla. En medio de los gritos y la sangre, no pudo evitar lanzar su largo aullido de hombre lobo.
Ezequiel Wajncer(Argentina)
Publicado en las revista digital Minatura 117
Artículo en la revista digital Teoría Ómicron
Hace 56 minutos
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