miércoles, 18 de abril de 2012

LA VACA Y EL VIENTO

(Este poema fue grabado a las once de la noche en el jardín de una casa de campo)
Sur de Australia, 30 de Marzo 2012

Dedicado a ella, que inspiro este poema

I
La palabra es viento, el silencio es viento, la noche es viento.
Este trae nubes que encarcelan la luna
Su luz ya no es luz es oscuridad de nubes y cielo
A lo lejos los montes dormidos despiertan con el follaje del viento
Una vaca tira un beso a la noche se lo traga, lo saborea con distancia
La vaca muje en la brisa densa, mas bien hace un ruego,
o un vapor de beso que es mujido-lamento.
Sonido y rugido entre oscuridad, follaje y distancia.
¿Quién soy yo aquí en este espacio vacío?,
¿Quién soy yo aquí en esta casa sola?
¿Quien soy yo en este jardín de nubes, estrellas, viento y oscuridad?
Estoy sentado en una piedra de la noche.
Tal vez duermo,
Tal vez sueño,
Tal vez lloro,
Mis ojos son hojas secas,
caídas al pasto del rocío nocturno.
Escuchemos el poema de la noche
(Se escucha el sonido del viento en la nada)
El viento me trae el océano, las olas que yacen a lo lejos.
Solo tengo montes cabalgando el caballo del silencio
entre nubes pastando la oscuridad.

II

Tengo follaje adoloridos de ti.
La palabra en esta noche no existe
eco de mi propio eco,
eco de todo lo que no soy;
eco tropezándose en los montes dormidos,
eco tropezándose en el canto del viento.
eco tropezándose en el crujir de grillos
que buscan la lluvia o el amanecer.
A lo lejos luz de automóvil da yagas a la oscuridad;
Tal vez son pasajeros del olvido en huida desde la ciudad.
Esta noche muero y vivo
Esta noche sueño y me lamento.
Esta noche hablo con Pablo de Rokha y Gonzalo Rojas;
adentro de esa nube
acariciando estrellas huérfanas del desamor.
Se que están batallando por la luna
que trata de escaparse de tanta niebla.
Esta noche mi barco no encuentra puerto.
Estoy condenado a buscar la simpleza en el oleaje
silenciado por una semilla caída a la tierra desde tus manos.
El follaje del viento me condena a pensar en tus océanos
Y aun así, así y todo tú no te aparece. Y así y todo, tú no creas una silaba
que juegue a inventar vocales con el silbido salvaje del viento.
Escúchalas!!!
Las rosas están soñolientas
Sus colores duermen el aliento de los vientos que pasan
Sus pétalos duermen tu ausencia
Estoy sentado al lado del rosal viejo de olores del estiércol;
Todo es oscuridad
Todo es viento, marea.
Todo es silencio, montes, mujido de vacas,
mujidos, mujidos, mujidos, mujidos...
de vaca comiendo los restos de un verso del viejo Sergei Essenin.

III

Estoy en el jardín de la noche en aquella casa del campo
La distancia es lo único que alumbra esta noche sin ti.
Cuento LAS ESTRELLAS VEO 4 O 5
6 TAL VEZ, 8, 9, 10, 20 O 50
Y EL VIENTO SIGUE DOMINANDONOS.
El viento sigue danzando entre parpados verdes de aquellos montes.
Escucho la tranquilidad, en este jardín de la noche.
Estoy sentado en la nada, en la piedra junto a un rosal oscuro de olores,
junto a un rosal triste de lluvia,
Junto a un rosal durmiendo en el espacio de tu ausencia.
Estoy conversando con de Rokha sobre distancia y dolores
Sobre comidas y tragos, sobre libros y llantos.
Sobre la muerte, la muerte de lo que amamos,
de lo que amó el poeta de Pablo Rokha.
Tan cerca escucho el disparo en la inmensidad de este campo:
Disparo de un tiro en la boca,

Disparo de una estrella seca de la noche del poeta.
Disparo de un tiro de mujido en la noche.
Converso con él, Pablo de Rohka, en este jardín de tantas cosas;
Sobre la simpleza de tu mirada,
Sobre el vino que llena una botella de viento
Y nos llena las copas de tristeza.
El viento es nuestro compadre que nos abraza y nos invita a caminar.
Después se sienta en esa mesa de estrellas borrachas.
Y nos sigue sirviendo la bebida del dolor…
Reímos, reímos porque los muertos nos abrazan y nos besan:
Porque Javier Chávez, Gerardo Silva a quien no conocí
pero lo abrasé atraves de su amiga, de su madre y hermanos.
Reímos, reímos porque los muertos nos abrazan y nos besan:
al hijo Carlos del poeta de Rokha, a mi tata Domingo Cerda Cruz,
mi tío Humberto Salgado Apablaza, a Don Juan Cádiz y Kevin Hanningan, y otros muertos; tus muertos que andan por ahí batallando por la Luna
(Luna que duerme al costado de la oscuridad de montes.)
En esta noche nada existe.
Ni tú eres recuerdo. Ni tú eres ya recuerdo.
Aquí esta de Rokha, Pablo. Aquí esta Rojas, Gonzalo
Son nubes grandes, negras estirando la nada de la belleza
Dándome inspiración de vientos crudos
Como desnudando a una mujer invisible
Que llega a mi pieza y me abraza,
Porque el abrazo es el amor que llega, es el amor que se queda.
Y tu poeta, Rojas me lo traes, me lo das leyendo un verso tuyo
Y vuelve el viejo poeta Serguie Essenin a mi vida desde URSS,
Vuelve galopando desde esos montes oscuros donde estoy
como llegando del sueño que tuve en Santiago antes de viajar a Moscú.
(durante esa noche larga del dictador que no deseo nombrar).

Aquí estoy sentado en la piedra de la noche,
tú no estás, tú no quieres estar aquí,
En este poema lleno de oscuridad,
en este poema lleno de jardín de la noche,
en este poema de viento, follaje, cerros y vacas maullando
a la luna prisionera.
La vaca a lo lejos esta mujiendo un beso, un beso tierno,
Un beso lleno de noche. Un beso, un beso...
un beso de nubes apasionadas....

IV
Aquí en esta piedra estoy sentado
Junto al rosal amante de la noche.
Junto al rosal de lágrimas negras que en sus pétalos sueña contigo,
luego suena un celular
(es mi hija Tania llenándome la distancia)

corto la llamada…corto la distancia...

La apago. La apago. Todo se vuelve noche de nuevo

En esta piedra estoy aquí sentado (en medio del jardín oscuro).
En esta casa habitada de silencio
Converso con mis muertos
Converso con mis muertos sin tumba,
con los que andan arrimándose al viento
con los que juegan a ser tu fantasma entre montes;
Entre el follaje del viento este poema tuyo se despide
La distancia lo besa de adioses.
Escúchalo!!. Escúchalo!!
(se escucha el crujir del viento)

Adiós hermano viento,
Me voy habitando la vida quedrada de oscuridad y silencio.
Me despido y cierro la puerta de tu nube en la ausencia.
Cierro el portón del follaje en la nada.
Adiós dejo el jardín habitado
por una vaca mujiendo besos que caerán a tu amanecer.

En esta casa sola sigo conversando de tu ausencia con el viento y la vaca.
Adiós, adiós escucho ráfagas de viento
que se estrellan con las silabas de tu ausencia...

Juan Garrido-Salgado -Australia-

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