martes, 17 de abril de 2012

DISFRAZ

Bajo aquel atuendo de monje se escondía un hombre de mundo, curtido en las batallas del amor y de la guerra que un día por azar —o por una simple travesura del destino— no tuvo más remedio que convertirse en un solitario viajero. Nada era capaz de apartarlo del camino que se había trazado, salvo la llamada de la luna redonda sobre las copas de los árboles. Corriendo se adentraba en el bosque, se despojaba de su disfraz de hombre, y dejaba aflorar su verdadera naturaleza.

Sara Law (Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 117

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