lunes, 9 de abril de 2012

BREVERÍAS

2651
No puedo ya apretar entre las manos
tus palabras, tan sólidas ayer.
Aprendiste vocablos cortesanos,
que vuelan y se esfuman al nacer.
Quiero el lenguaje de los seres llanos,
sin artificio, donde ser y hacer
se ven ligados inflexiblemente,
y sólo se habla si se piensa o siente.

2652
Teníamos la cita con el río,
con el olmo, y el prado, y el ocaso,
mas no con el gentío,
incapaz de moverse a nuestro paso.

La muchedumbre es prisa,
confusión, brusquedad, indiferencia.
Tú y yo éramos, y somos, la sonrisa
que a solas mezcla impulso y exigencia.

2653
Se desmorona el tiempo, y tú no llegas.
¿De qué me sirven sueño y esperanza?
Por cada paso al frente, te repliegas
dos pasos más. ¿Desánimo o tardanza?
¿A qué la invitación, si no te entregas?
¿Por qué me hablas de encuentro, de alianza?
Se me desgasta el alma de esperar
lo que tal vez no sabes encarar.

2654
A tu fe me he mezclado, y a tus dudas,
y no sé dónde empiezas o concluyes,
ni si eres de alabastro o de cristal.

Hoy tal vez, accesible, te desnudas;
mañana en retraimiento te recluyes,
mujer entre yacente y vertical.

2655
No cerraste la puerta,
me has preparado el lecho,
toda tú tan abierta.
Vengo hacia ti maltrecho

de soledad y urgencia
por otras ignoradas.
Marcan la diferencia
tus fieras llamaradas.

Besa, avasalla, esgrime,
sé procaz y sublime.´

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Ángeles-

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