lunes, 9 de abril de 2012

AMANECE...

Amanece...
Y escribo en este infame poema
la constancia de tu boca,
la dulce partida
de tus ojos de serpiente,
el secreto que se desliza
por tus labios rojos
como la brisa lo hace
por las orillas de invierno.

Amanece
y yaces atada a mis sábanas
sobre mi cama,
impregnada de una luz ardiente
que escuece al ver
y con los pezones inciertos,
signo inequívoco de una noche lujuriosa
como aquellas de mayo
con la piel hecha jirones
y los dedos temblando de avidez.

Amanece
y te hago eterna en mi alcoba
plasmando tu gesto en un poema
porque, cuando este sueño
y este amanecer eterno
salgan por la puerta de mis ojos
y me los abran,
una vez más en esta guerra serena,
tú ya te habrás ido.

CRISTÓBAL DOMÍNGUEZ DURÁN-Sevilla-

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