viernes, 1 de abril de 2016

LA CUARTA GUERRA MUNDIAL


La cuarta guerra mundial se engendró cuando un grupo de iluminados se constituyeron en estado-religión-ejército para volver a instaurar, a cualquier precio, un Gran Califato que, aunque tiene como primer objetivo recuperar todas las tierras ocupadas en su día por el de Damasco, tiene como fin último instaurarlo sobre toda la tierra, acabando con o sometiendo a todos los "infieles", para imponer el pensamiento único en la barbarie y la intolerancia más recalcitrante.
Algunos se preguntarán: ¿cómo la cuarta, si no se ha librado aún la tercera? Pero sí que la ha habido, aunque haya sido de forma muy distinta a las anteriores. La tercera guerra mundial es la que ha perdido la humanidad contra la globalización, la que ha reducido a polvo los derechos de los trabajadores, la que ha vuelto a todos los habitantes de la Tierra esclavos de unos pocos, la que ha instaurado la locura de un nuevo REICH, imponiendo la hegemonía de una nueva raza superior: la de "los Mercados", constituidos por entes abstractos a los que sirven individuos pertenecientes a las altas clases de la tecnología o de las finanzas y seres con ingentes recursos pero cero sentimientos, que han convertido al ser humano exclusivamente en números de negocio.
La cuarta guerra mundial, aunque debió estallar mucho antes, (no hay guerra mientras no se declara por ambas partes) parece ser que se acaba de hacer en la voz de François Holland, tras los miserables atentados de París. Igual de miserables, por cierto, que los de Madrid o Nueva York, que los de Londres o Turquía, en el Líbano o en Mali, que el de un avión ruso o las ejecuciones con degüello ante las cámaras o que que cualquiera de los que se vienen perpetrando día tras día por fanáticos suicidas, incluso contra sus correligionarios menos exaltados. Esta guerra debió estallar hace tiempo,
cuando aún estaba recién nacida la nueva forma de imponerla; pero esperemos que éste sea el momento en el que todos la declaren, especialmente contra la invasión silenciosa y las imposiciones de las comunidades islámicas sobre las democracias occidentales.
Nos dicen que no es una guerra de religiones. Y no lo es, no; es sólo la guerra de UNA RELIGIÓN y, sobre todo, de una filosofía de vida retrógrada y excluyente contra el resto de culturas y credos, incluso contra algunos de los del suyo propio. Es una guerra totalitaria en la que una de las partes no se detendrá hasta la aniquilación del contrario, que somos todos los demás. Por eso sólo se puede combatir de la misma forma.
Históricamente todas las civilizaciones han perecido a manos de otros pueblos más agresivos, más incultos, pero más crueles y radicales. En el momento actual, parece volverse a repetir la historia.; todos los signos apuntan a que, si no reaccionamos a tiempo, estamos acabados. Y no valen argucias porque en estos casos la comprensión es debilidad, la transigencia, cobardía y la tolerancia, condena a muerte. Es lícito defenderse de las agresiones y, según el refranero, no hay mejor defensa que el ataque.
Esperemos que la humanidad sea capaz de ganar esta Cuarta Contienda, para que pueda seguir siendo algo "humana", a pesar de lo perdido en la Tercera. Esperemos que no vuelva a repetirse, una vez más la historia, y que los "bárbaros" consigan a acabar, de nuevo, con todo lo positivo construido tras siglos de civilización, porque el mundo, simplemente, no se lo puede permitir.

Agustín Pérez González (Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 29

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