CREPÚSCULO DEL REVOLUCIONARIO

Un reconocimiento a todos los héroes latinomaericanos este 2 de abril día de los Caídos en la Guerra de Malvinas.

El héroe regresa
Y ya no tiene cobardes
Para imponer su condición
Regresa para darse cuenta
Que no es nada
Sin su patria

Vuelve para ahogar los tiburones
Que se alimentaron con sus palabras
Regresa y ya nadie lo necesita
Sobreviven sólo los convertidos en pacíficos
Los conformistas
La vida está de amigas con ellos
Pero en guerra con él

El héroe regresa
Y no encuentra revoluciones
Donde aliviar sus entrañas
No encuentra manos
Para remover las piedras,
Porque todos resguardaron los dedos
Después de tirarlas
Vuelve convertido en molestia
Olvidado por los hijos de los hijos

Regresa y como héroe
Aguanta todas las escupidas
De los que destrozan para arriba
Pero se hacen a un costado.
Vuelve cansado
De imponer sus pasos por almas ajenas
Por tierras de otros.
Sangrando por nada
Por la ingratitud de ellos
Luchando solo por sus egos

El héroe perdió su valentía
Por la indiferencia ajena
Y la condena
De sus entrañas

El héroe derrochó el rumbo
Malgastó sus pabellones
Desperdició su coraje
Su angustia y sus pesadillas
Una anatema

Vuelve cansado de chocar
Sin una estrella
Sin una mano amiga
Contra ese doloroso tic tac
Y todas las madrugadas y el infierno
De sus recuerdos

El héroe volvió
Porque no es nadie
Sin su padres
Sin sus amores
Sin su patria
Volvió a buscar corazones
A proteger los árboles
A esquivar las piedras
A esconderse en los atardeceres
A morir como todos
Callados
Ciegos
Seguros
A morir en definitiva
A vivir en silencio

Esto es para todos esos héroes latinoamericanos que lucharon nuestras revoluciones, ésas que engrandecieron la patria grande; y por aquellos, los silenciosos, que lucharon y aún seguirán luchando por esas otras pequeñas revoluciones y rebeldías que nos hacen mejores y fortalecen lo que somos. Y, en especial, por nuestros héroes de Malvinas que enviamos a una batalla desigual y nunca los trajimos porque como perdimos para algunos quizá es una vergüenza. Pero se desangraron solo por los egos y la locura de unos cuantos en una guerra que nunca debió existir, como todas. 

Daniel La Greca