He llorado
cubierto de sufrimiento
sin comprender
el dolor ni el calor del beso.
Sufro abrazado
a la hora
de los besos
o la hora de la muerte.
Con el corazón destrozado
regando las manos
huérfanas de tus ojos
lloran y lloran,
gime
y gime
y lloro
y sufro
y veo
mi alma
morirse lentamente
como cruel desquiciado.
Ken Sánchez -Perú-
Publicado en Archivos del Sur
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