Eres como una amante fiel que viene a mí, cada noche.
Y como luna de otoño, enamoras las estrellas con tu luz entre las sierras
cuando las recorres con tu belleza sideral iluminando de amor a la Tierra.
Siempre te amé y siempre he de amarte, bella mujer del cielo.
¡Cuántas noches tibias! me acariciaste con tu luz en amores descarriados
¡Cuántas veces esperé! En vano en tu compañía, a un amor desesperado.
¡Cuántas caricias en espaldas desnudas alumbraste!.
Entre el relato tibio y dulce que sigue a cada amor, y a cada encuentro
acunado por tu luz cada beso, en la lujuria de la desnudez, mi tormento.
Eres el faro del universo estelar de las criaturas de la noche.
Todas las luciérnagas se enamoran de tu luz, y se iluminan cuando pasas
las chicharras y los grillos tejen conciertos de música a tu luz desmayada.
Vuela, vuela libre, entre auroras celestiales y estrellas fugaces.
Tú eres la más bella en tu luz, adorada por poetas y amores apasionados
en encuentros prohibidos, caricias en tu noche celeste y besos robados.
Alguna vez te vi dormirte, y alejarte en horizontes esmeraldas.
Entonces comprendí que por ti lloré, sufrí y reí entre mis locos desatinos
entre el amor de mi alma y mi roto corazón, presa de amores prohibidos.
Eres más bella, cuando te alejas en tu menguante vestida de plata.
Siempre como una reina que se graba en mis retinas, en tu tibia lejanía
voy a amarte siempre, mi bella luna de mis amores, como si fueras mía.
Vuela libre en tus horizontes conocidos, y báñame con tu luz.
Alguna vez entre viejas utopías, me dejarás que como una mujer te bese
entre dulces ensueños y tu luz, luna de mis amores y mis bellas pasiones.
Aunque el sol esté celoso y sus estrellas,
yo voy a amarte siempre, mi Luna bella.
Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-
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