Escribo mi alma sobre las mamparas
de la noche profunda
y en el etéreo fuego de tu mirar
el ave nocturna del apasionado amar,
mi espíritu en desconsuelo circunda,
diciéndome que por siempre me amarás.
Escribo mi alma sobre los fuegos
del infinito atardecer,
y en mi morada de límbicos jardines,
desde el túrgido silencio en sus confines,
las flores en su plácido fenecer,
plantean del ensueño todos sus ruegos.
Así vamos por la vida con el palpitar
del más límpido amor
en la profunda tiniebla de la noche,
incitando el más apasionado derroche
en que converja el intenso resplandor
de dos almas unidas en su plácido soñar.
Enrique Osorio Beltrán -Colombia-
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