Las lágrimas de una madre,
son veneros de sangre,
agua enturbiada por el dolor,
oscuridad y desastre.
Ojalá que ese río de penas,
desemboque en el corazón de Dios,
que lo toque y le conceda,
romper con el tormento y ese miedo atroz.
Devuélvele la risa Señor,
apiádate de su tortura,
quita al demonio de su alrededor,
envía tus ángeles en su ayuda.
Hoy su vientre se retuerce, por el calvario sufrido,
por ese hijo ausente,
¡arrancado de su nido!
Las lágrimas de una madre,
son oraciones que llegan hasta el cielo,
pues el dolor que las provoca,
nace del más puro amor, el más genuino, ¡el más eterno!
Maria Ernestina Torres Sánchez -México-
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