Un zumbido sobrevuela mi taza de café. Ella se rinde al vapor y termina por descender en el borde.
Quiero espantarla. Hacerle saber que soy de la especie superior. Que está en el lugar equivocado.
La miro y sus ojos me dicen que sólo hace su oficio: crear miel y polinizar. Que no pretende guerrear. Que no tiene vacíos existenciales como nosotros. Que cuidan su panal, a sus hijos, a sus casas, de manera amorosa. Que sólo obedecen a su instinto, a sus sentidos y – por qué no – a su alma.
Que nunca llegarán a crear maravillas como nosotros, que somos superiores en inventiva y poder, aunque seamos la especie más imperfecta.
Jaime Arturo Martínez Salgado.
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