Dame esas dos ánforas que quiero beber de ellas...
cuanto campanario sobrevolé para succionarlas,
navegué océanos enteros con los que soñé
que lo sepa el pavo real alvino...
Crucé huertas y limonares,
selvas y olivares;
cada pecho es una guitarra sin cuerdas...
y el cielo por donde me muevo una ventana nublada de suspiros.
Querubines entonan trinos de cielo en tu ombligo,
los plebeyos susurramos odas a esa boca de miel...
quisiera coronarte tus ojos con los míos cerrados;
te cubriré de besos de fuego con mi corazón loco de poeta.
Quizás los amantes inventen cálidas camas,
perdidas noches de amor en las que caer rendidos;
quizás las alondras calienten otros nidos...
los pájaros como los poetas, perdieron su carruaje...
Me enloquecen tus gritos en la tibia noche
cuando mis manos expertas
sobre vuelan tus onduladas montañas...
y las sorprende la aurora queriendo decirle no sé que cosa...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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