Están ahí. Recostadas sobre el borde azul. Yo las veo. Las dibujo con una mano y con la otra les digo que volveré. Están ahí. Vacas que Dios dispone entre la sal y el resplandor. Ellas se hunden muy despacio en el mar y flotan y mugen y los monteros que saben la costa, los declives, vienen en caballos oscuros y el sol calienta los cráneos. Están ahí breves y concisas como tortugas en fuga. Yo las veo, las dibujo, les digo adiós vacas con mar de fondo mar de Manzanillo, vacas f-1 a litro por tetas vacas que Dios dispone entre la sal y el resplandor.
Reinaldo García Blanco -Cuba-
Publicado en La Estrella de Cuba
Publicado en Editorial Alebrijes
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