martes, 5 de septiembre de 2017

LA CIUDAD TRAS EL ESPEJISMO


Tras los muros del espejismo
subsiste la ciudad del llanto,
invisible en la lejana frontera
que separa el oscuro abismo
del inevitable desencanto,
al mirar cementos y madera,

es un espejismo vano y cruel,
desvela verdades intangibles,
muere agónico en la distancia
hace sangrar llagas en la piel,
y envenena de forma imposible
la mirada ingenua y la conciencia,

el vacío espacio tras los muros,
tan lleno de hormigón y humo,
eleva infiernos de sangre y fuego
hasta el olvido de ansiados futuros
ya gastados antes de su consumo,
muerte en la piel del borrego,

siempre cercano el murmullo
tras el espejismo en un desierto
sin camino de llegada ni retorno,
aroma de corruptos al arrullo
de sables con propósito incierto
y puñales como indecente adorno,

el calor vocifera en el viento
clavando estacas en las entrañas,
aritmético dolor sobre los ojos,
al mirar a través del sangriento
sueño de la ciudad entre guadañas,
bañada de ocres, grises y rojos,

muere el viajero en el vano intento
de atravesar los muros del espejismo,
y llegar a la ciudad de un solo sueño,
perece lentamente en un sufrir cruento
en el que las llagas de su organismo
gritan libertad sin amo ni dueño,

Muere el viajero,
ante los muros de la ciudad.

Angel L. Alonso 

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