Como rosa se fundía,
era el sueño quien le perdía.
Los párpados cerrados,
la visión que no escapa
a cambios dolorosos,
a caminos infinitos,
a bondades que deja el sueño.
Y bella la flor se engalana
con el rocío de la mañana.
Y bello el balbucir tontas palabras
cosechadas entre suspiros.
Y era el sueño quien le perdía,
tan soñadora parecía.
Ana María Lorenzo
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