Por la simiente del espejo
se ven las raíces cinceladas,
acuarela de ondas rasgando el alba.
Nunca se cansa la corriente del río,
tiene hambre y engulle
el polen de las soledades.
El tiempo naufraga y se lleva el lenguaje
majestuoso de las aves.
A mitad del río, se sonríen los cielos,
no se dicen nada cuando se abrazan.
Un vendaval en miniatura
degolla la encrucijada del sol,
parte la melancolía
siempre en dos.
Que no se rompa ¡No!
la primera vez de las horas,
que no se borre nunca,
la invisible forma del alma,
cuando se retrata en el fondo del agua.
Norma Pérez Jiménez -México-
No hay comentarios:
Publicar un comentario