domingo, 28 de agosto de 2016

MERCADER


Compro besos.
De todos tipos,
de madre, de hijas, de esposa, de amante.
De amigas.
Pago en efectivo.
Con amor, con pasión, con afectos,
con historias de soledades,
con una cama vacía
que ya no hay nadie que la llene.
Compro besos.
De todos los colores y sabores,
fríos, como la obligación de darlos;
tibios, como los compromisos;
oscuros, como los de la traición,
claros, como el de las hijas
desvanecidas en el tiempo.
Amargos, como los de las partidas,
escritos en las puertas
de tantas casas vacías.
Compro besos.
Cálidos, como el de la consorte ida;
ardidos, como el de la amante
que me adoraba y no entendí,
fiebre de rincones oscuros y cálidos,
abrigado tesoro que vive
en estas manos vacías.
Compro besos.
Para quedármelos
cuando la señora llegue.
Para que de ellos esté llena mi boca
antes de recibir el suyo, glacial,
y me abriguen el alma
antes de arroparme en el sueño último.
Avisen por las calles y los montes.
Compro besos.

VALERIO MÁXIMO

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