Pasto de herrumbre, colorido ocre basto, mal atisbo esperanto, postergado a la ciénaga por injuria, entramas pensamientos entre pajas y hojas secas, borrosas pisadas conducen a la nada, es crujido de ramillas quien te delatan caminado a tientas en mi foso empedrado.
Resbalan las huellas en verduzco vivo, deslizan las extremidades clavando esclavas, someto las cuerdas que no alcanzo, perpetúo el barro en mi espectro.
Un aro de poca luz es al día, más la noche me devora, pequeños ojos observan curiosos, las entrañas baldías.
Hadas y hados arrancan denuedo, en pedazos y jirones, sin sentido no siento las garras del infortunio, dolor del deseo y del destino
Infieles llantos desmienten la vida, figuras dantescas danzan a carcajadas, sobre el fuego de Hefestos, llamas verdes y blancas.
Viento gélido, que destempla el alma, contenido respiro atrapa sus telarañas, tejidas inmemorables del pasado del tiempo.
Conjugados versos, apocado destino, serena el hechizo vespertino, hijos de diosa Venus o amor de Selene dormitado.
Cafiero desenlace, reflejo en las cuencas de Caronte, deploro oscuro, las aguas inmutadas, hunden las dos monedas que desprecio.
Anima con linaje, arroja carcajadas, sin miradas que adivinen, vuelve a sus arenas, sin dicha de Perséfone, ignorado por los muertos.
Antonio Jacinto Nomen
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