El hombre trepa por la estatua hasta situarse frente a su rostro. La agarra por los hombros para asegurarse de que no escapará. La besa en los labios con un beso interminable. Tiembla de amor. Poco a poco, el hombre se queda inmóvil.
Del libro Cuentos de hombre y altura de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
No hay comentarios:
Publicar un comentario