Hablar con los pájaros
termina siendo necesario.
Ellos allá en su rama,
yo aquí, en mi ventana.
Hablar con los pájaros
es como hablar entre susurros,
te miran nerviosos
hasta que alzan el vuelo
porque no se fían de los humanos.
Sus nidos
no son mucho más pequeños
que el mío,
los suyos tienen balcón a todas direcciones,
yo solo ventanas.
Les digo en voz baja,
venid, posarse en mi mano;
agachan sus cabezas y trinan para otro lado.
Del poemario "La soledad de los pájaros" de Carlos Gargallo Martinez
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