Besé la voz del aire
entre la risa del poema.
El sarcasmo del cansancio
huracanaba el viento.
Tan ignorante e inoportuno,
que hería las hojas ya elevadas.
Desperdigando las semillas
entre rocas estériles y salobres
donde nada trasgrede ni crece,
por ley natural en los desiertos.
Un espejismo flota en la distancia,
poseedor de sueños elevados.
Amplia la noche en que convoca
a un firmamento de estrellas al baile
ese, al que nunca he sido invitada.
Mayte Andrade -Benicarló - Castellón-
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