EL MAGO BLANCO

Me senté,
el invierno había pasado,.
y una primavera rebosante de vida
cubría todo el valle,
álamos blancos, encinas,
robles, árboles de exóticos frutos,
todo, era del dominio del señor del bosque,
el mago blanco que cuidaba todo
lo que allí había creado, y
a quienes todas las criaturas
le tenían obediencia plena.

Me acerqué a conocerlo,
y nada más entrar, una mano salió
a darme un bonito ramos de rosas rojas,
yo quedé encantada al verla,
más le dije, salga que lo vea señor,
que tendrá cuerpo ¿digo yo?
¿o sólo es visible a los ojos de Dios?
y al decir esto,
¡oh maravilla apareció¡
iba con una capa blanca,
espada al cinto,
sombrero de alto rango,
y en sus manos portaba
un corazón de diamantes y zafiros
y al contemplarlo, vi,
que se veía reflejado un rostro,
de una dama muy hermosa,
era la reina del bosque, su amada,
hacía siglos la esperaba
como fiel enamorado,
y le dije ¿baila usted?
me contestó, no,
mejor nos sentamos.

Y miles de criaturas
se pusieron a nuestro lado,
cada una me iba dejando un regalo,
asombrada le dije,
¿cómo tiene usted tantos?
me contestó,
llevo siglos esperando
a la reina de ellos,
y todavía no ha llegado.

Me miraron todos sonriendo y
al unísono gritaron,
señora dígale a él,
que usted tiene un gran palacio
de cristal de cuarzo blanco,
que le gusta el bosque,
los riachuelos, y las fuentes mágicas,
y todo lo que él ha creado,
para que vea señora,
que es la diosa que está esperando,
y me reí,
pero me dije, me gusta el mago.

Y comprendí que la vida
era vivir como en los cuentos,
depende de nosotros que sea feliz
lo que suceda,
de reír o sufrir,
podemos escribirla como queramos,
y el final que sea todo alegría,
eso si, amando también al ego
que al pobre lo maltratamos,
y diciendo todo esto
me fui a visitar ,
los territorios del señor
y a todas sus criaturas,
pues era yo bella y reina,
y me había gustado
a mi, el mago.

FRAN TRO