El hombre adoró a Dioses,
desde siglos muy alejados.
Creyendo en sus poderes,...
sacrificando a mujeres
para ver cultivo creado.
Luego cambio el camino,
tras ser por otros conquistado.
Viendo como el destino,
mostraba que lo divino
venía de algo inventado.
Que traía paz y amores,
por un Jesús crucificado.
Que sufrió entre dolores
y sangre, por los errores,
que siempre hemos sembrado.
Pero entre cerveza y vino,
el hombre destruyó el pasado.
Construyendo en hilo fino
un futuro tan indigno,
como el que había dejado.
Transformando en más horrores,
lo que le fue entregado.
Para proteger con flores,
vestir con bellos colores,
y no, con negro endiosado.
Ricardo Campos Urbaneja -Irún-
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