Con los hilos de luz el árbol crece,
amarrado a la savia, y en la tierra.
(Pero si miro veo
que el cielo está más alto que los pájaros).
Mientras tanto,
solo veré la luz de las antorchas
en las llamas ardientes de la sed:
ese cercano infierno donde habita
la voz pequeña de tu lejanía…
Y los sedientos,
¿dónde clavan la cofia
de su raíz sin savia, ya podrida?
¿Dónde, y quién pregunto
por qué has de ir tu sola, amor, tu sola,
hasta el desierto amargo de tu sed?
¿Quién riega, y con qué agua,
los pensamientos que mueven el mundo?
¿Dónde está Dios, y en qué raíz habita?
Del El libro de la sed de
MANUEL SENRA -Sevilla-
Publicado en Luz Cultural
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