sábado, 3 de enero de 2015

CON EL CORAZÓN EN LAS MANOS


El cielo raso de la habitación
amenaza con sepultarme.
Las taimadas arañas en el techo
caminan sigilosas, de puntillas.
Sí, puntean cada una de sus ocho patas,
pretenden que no escuche su desbandada y silenciosa huida.
Oigo hasta el parpadeo de sus cuatro pares de ojos,
pero ellas lo ignoran.
Por las paredes escurren gotas densas,
pastosas;
cargadas con los versos que no he escrito,
poemas y cuentos que se aglutinaron en los rincones.
-¡Piedad, no quiero ser sepultada!- es mi gemido.
Nadie lo escucha,
las palabras no salen de mi garganta.
Mis manos, mis manos sostienen un bulto humedo,
viscoso, caliente y palpitante.
No puedo ver lo que es...
mis ojos están perdidos,
ocupados en las arañas;
cuido obsesa sus movimientos y también
los versos que escurren amenazantes por los muros.
Quiero ver mis manos,
saber lo que sostienen.
Con esfuerzo asustada veo:
un
boquete
en
el
centro
del
pecho,
y,
en
las
manos...
palpita
sangrante
mi
corazón.

Paty Rubio

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