Nacido en el año de la gracia del azar
cualquiera,
itinerante de tierras conocidas, describo,
en el día de hoy el recorrido
por mi ciudad de siempre
situada en el Magreb, las suaves colinas europeas,
los desiertos, las fértiles planicies,
el río-como-mar que me refleja.
El marco natural de todas ellas
impide el extravío,
así las transite a comienzos
del anterior milenio precristiano
en pleno corazón de la Edad Media,
o ahora, en este lapso entre postrimerías:
en las plazas el mismo sube y baja
desequilibrado; las carátulas.
Una, de tímida sonrisa, danzante
de alegría y paz, saciada el hambre
y la justicia plena,
provisoria en cada rostro que la exhibe.
Otra, la compañera, el llanto,
ensombreciéndola, gigante,
hierática de ruinas,
sórdida, inclemente, minuciosa
en cada malestar que distribuye
cimentada en el albur de la desdicha.
¿Cómo evadir un tiempo y espacio recurrentes?
CARLOS EDUARDO BERBEGLIA -Argentina-
Publicado en la revista Hojas de Palabras
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