"...Sus manos entrelazadas,
Eran aguja e hilo.
Bordando la dulce sábana,
Que los corazones habían tejido.
Su andar seguía el ritmo,
De un latir inaudible.
Del acompasado sentimiento,
De las almas invisibles.
Sus rostros reflejaban,
Una paz embriagadora.
Esa, que sutil deja la aurora,
En el amanecer, de los imposibles.
Y cuando el beso se entregó,
En un reclamarse de bocas.
El abrazo les cobijó,
Como en un volar, de mariposas..."
Del libro Amor y Otras Hierbas Adictivas de
Imaginador69
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