Como un tatuaje esculpiste en mi alma,
la silenciosa ternura de tus ojos verdes
me miran en la distancia del pensamiento
contemplando la desdicha de mi destino.
La voz escondida conserva el misterio
en el blanco candor de la adolescencia
aquel instante que tu virtud en mi piel
dejó la fragancia del efímero romance.
Y ante lo incierto, el llanto viene a mi
en un arrollo de cristalinas lágrimas
sin poder entender porque renunciaste
al amor que mi existencia te ofrendaba.
El tiempo que paso, guarda el secreto
y se empapa el lamento de un corazón
conmovido por la nostalgia de un alma
que un día soñó adueñarse de su vida.
Freddy Juan Arce Acevedo (Chile)
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