lunes, 1 de diciembre de 2014

EL DUELO


–Mi gata vieja se está muriendo… –pensó.
Amanda, sobre la alfombra, gruñía. Al acariciarla, vibró en un ronroneo y sus patas se sacudieron sin control.
–¿Qué te pasa, pequeña? –le preguntó, como si la gata entendiera, como si pudieria contestarle.
¿Cuántos eran? ¿Diez años? Sí, pero ya era grande al llegar a la casa desde la calle, con su panza llena de gatitos. Los parió, se quedó, y fue dueña y señora y compañía. Tenía su carácter, ¡vaya que era protestota!
–Amandita, Amandita… –los ojos celestes de Amanda se volvían transparentes.
Primero fue una lágrima. Asomó, se hizo gruesa, rodó por la mejilla. Luego fue el llanto a borbotones. Los recuerdos de una década de vida compartida atravesaron su corazón como destellos, como cuchillitos filosos, agujas punzantes…
–¿Estás enfermita, Amanda? ¿Te vas a morir?
Un ronroneo intenso, una contracción muscular.
–Lo que debo hacer para que puedas permitirte llorar… –pensaba Amanda.

Nanim Rekacz -Argentina-
Publicado en Ficciones Argentinas

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